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¿De dónde proviene la maldad de las personas?

Nos hemos preguntado algunas vez ¿de dónde proviene la maldad de las personas?. Esta pregunta es un enigma, nadie tiene respuesta certera, sólo aproximaciones o estimaciones.

La familia, el entorno familiar, las relaciones con otras personas, incluyendo el sistema educativo, religioso y político pueden influir en el desarrollo de la personalidad, sentimientos y emociones de las personas.

No se explica como madres y padres de buen comportamiento dentro de la sociedad, tengan hijos con cierto grado de maldad dentro de ésta. Entre hermanos existe la envidia a pesar de que nacieron de una misma madre y un mismo padre.

No se explica como un niño que supuestamente nace en blanco, se podría decir que sólo siente el calor de la madre, por su estrecha relación que se genera entre ambos seres humanos, con el pasar del tiempo puede que ese niño, presente síntomas de algún pecado capital. Es decir, puede presentar envidia, ira, lujuria, gula, pereza, soberbia o avaricia. 

En este artículo, se habla cómo es posible que exista la envidia dentro de una familia. Si todos somos hermanos y debería existir una ayuda mutua, en vez de una envidia mutua, no existe una explicación lógica.

Según algunos investigadores el hombre en el transcurso de la historia, es la especie que más ha tratado de destruirse a su misma especie.

A pesar de ser un ser racional, la destrucción del hombre ha sido notable, a lo largo de la historia. Podemos leer y ver, hechos realmente sorprendentes, sobre cómo el hombre ha tratado de dominar a los otros hombres. 

El ansia de poder en los hombres ha dado como resultado grandes destrucciones y muertes de personas prácticamente inocentes. El hombre por dominar a otras personas se olvidan de que son humanos y se transforman en una máquinas de matar personas, sin sentimiento alguno. 

Aunque los pecados capitales con simplemente leerlos no insinúan mayores problemas, realmente si son, pues ellos son la raíz de todos los males. Algunos de estos pecados generan mal hacia las mismas personas, otros generan mal al exteriorizarse, es decir, a otras personas.

Todos conocemos lo que es capaz de hacer un ser humano cuando no tiene bajo control estos pecados capitales. Son prácticamente unos demonios sueltos capaces de hacer de las suyas. 

Las personas tienen todos estos demonios dentro de sí mismas, en mayor o menor intensidad, que se deben controlar para así buscar tener una vida espiritual llena de paz y tranquila.

Una manera de controlar esta diversidad de sentimientos y emociones negativas en nuestro ser, es tratar de que las personas busquen conocerse a sí mismas.

Esta es una de las cosas más importantes que una persona puede hacer: CONOCERTE A TI MISMO. La mayoría de las personas no se conocen a sí mismas, piensan que si se conocen porque saben su nombre, pero realmente no se conocen.

Una manera de conocerse así mismo y a la vez evaluarse, es que la persona se pregunte: ¿Quién soy YO? de manera honesta e íntegra, y compare sus resultados con los 7 pecados capitales, que tanto atormentan a las personas. 

La maldad de las personas

Tener bajo control estos pecados capitales es muy importante, pues le van a generar paz y tranquilidad, y a la vez evita la creación de enfermedades productos de estos sentimientos y emociones negativas.

La intensidad de uno u otro de estos pecados en nuestro ser no deja en muchos de los casos que las personas progresen. Se afana una persona en hacerle daño a otra sin ningún sentido, sólo por hacerlo, sintiendo gran satisfacción en hacerle una maldad, cayendo en lo que se podría llamar sadismo. 

Se puede decir que estos pecados capitales nacen con las personas, y se van intensificando en menor o mayor grado, a medida que las personas se desenvuelven en su entorno psicosocial.

Aquellos que logran controlar y dominar a estos sentimientos y emociones negativas, son los que tienen el poder de estar en la gloria y en el paraíso terrenal, puesto que este tipo de persona no solo buscarán el bien propio, sino que también buscarán el bien para la humanidad. 

Una persona que domine estos pecados capitales no buscará hacer el mal a otras personas, ni a la humanidad. Se tendría un mundo mejor y las personas pueden progresar, pues podría cumplirse el mandamiento: ama a tú prójimo como a ti mismo, y tener un mundo sin maldad.

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